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EL PURGATORIO. ESTUDIO BÍBLICO Y TEOLÓGICO V

Quinta parte: El caso del ladrón arrepentido o del “buen ladrón”; Resumen
Por Gerardo Cartagena Crespo



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Como ya mencioné en las partes anteriores de este estudio hemos analizado puntos doctrinales que son muy necesarios conocer para poder entender la naturaleza y realidad del Purgatorio. Hemos visto que no es una invención de la Iglesia Católica, sino que posee fuertes fundamentos bíblicos.

En las partes anteriores pudimos ver, estudiar y demostrar la verdad y realidad de los siguientes puntos: A. Doctrina del Purgatorio y herejías; B. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos C. Examinados en el amor; D. Nada manchado puede estar ante la presencia de Dios; E. Oraciones, mortificaciones, sacrificios y penitencias; F. Las parábolas de Jesús y el anuncio del Reino ¿Enseñó Jesús la existencia de un lugar o estado de castigo temporal?; G. Pecados mortales y veniales… Una verdad bíblica que los protestantes ignoran y rechazan;  H. La oración por los difuntos; I. El fuego purificador (enlace al final - índice de contenido)

Ahora estudiaremos los puntos:

J. El caso del ladrón arrepentido o del “buen ladrón”
K. Resumen

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J. El caso del ladrón arrepentido o del “buen ladrón

Leemos en el Evangelio de Lucas 23, 39-43: “Uno de los malhechores colgado le insultaba: ¿«No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le increpó: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.» Jesús le dijo: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.»”

Para muchos este texto es evidencia de que el Purgatorio no existe, pues de existir éste Jesús no le hubiese dicho al ladrón que “hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Para entender lo que allí pasó debemos remontarnos al contexto de los hechos y verlo desde el punto de vista de los personajes, en este caso, los ladrones enjuiciados junto a Jesús.

¿Quiénes eran ellos? Unos malhechores que habían sido capturados y sentenciados por el Estado Romano a la pena capital. El medio ambiente, sus experiencias y su conciencia les dictaba que su situación actual era consecuencia lógica de sus crímenes, y el ser crucificados era el máximo castigo reservado para delincuentes como ellos. Concebir que tal castigo era para un inocente y que el Estado lo reconociese así, era impensable.

Luego desde el punto de vista y sicológico de los ladrones todos los condenados a la crucifixión revestían la misma condición que ellos: el ser unos criminales, delincuentes, revoltosos y enemigos del Estado.

¿Quién era Jesús? Quizás para ellos, si es que llegaron a escuchar de él, Jesús representó un predicador más. Uno a quien se le adjudicaba el obrar prodigios y, también, altercados contra las autoridades judías. Uno a quien las autoridades se encargarían de callar y nunca más saber de él.

¿Qué representó la condena de Jesús para ellos? Tal vez esperaban cumplir una larga condena en prisión, o tal vez el ser enviados a las galeras de un barco o condenados a las minas para extraer metal. Tal vez, cualquier condena que les diera esperanza de vivir era buena. (Mejor morir con algo de dignidad que ser despreciados por el pueblo y humillados horriblemente en una cruz). Pero no. Todas esas “esperanzas” se fueron por la borda cuando, junto con ese hombre por quien unos gritaban muerte y otros gritaban piedad, fueron arrastrados con él al tormento y la muerte más humillante que se pudiera recibir: la crucifixión.

Y ¿en la cruz? Cuántos tormentos, humillaciones, maldiciones y empujones del populacho por culpa de ese hombre a quien las autoridades no les cayó nada bien. ¿Por qué ellos tendrían que pagar las consecuencias de un delincuente más y, quizás, hasta peor que ellos? Y le injuriaban (Marcos 15, 32) y le maldecían porque por su culpa también ellos estaban sufriendo el mismo tormento y humillación.

Pero algo extraño pasaba. No, no era un condenado cualquiera ni tenía rostro de delincuente ni de malhechor. Había algo raro en su rostro y, sobre todo, en su mirada... Una mirada de bondad que invitaba a... Y la gracia de Dios se iba derramando sobre ellos. Sobre todos aquellos que estaban dispuestos a verla y aceptarla...

«¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días, ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» (Marcos 15, 29-30).

¿Por qué aquella gentuza decía contra él aquellas palabras? ¿Habrá sido cierto lo que de él se decía? Si obraba prodigios, ¿por qué no realizarlos ahora y así darles un tapaboca a esos insolentes que le insultan? Pero no, algo le retenía allí, en su puesto...

“Y los sumos sacerdotes y escribas le insultaban diciendo: «A otros salvó y así mismo no puede salvarse. ¡El Cristo, el rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos»” (Marcos 15, 31-32).

¿Quién era ese hombre que hasta las autoridades judías le llaman el Mesías, el rey de Israel? ¿Por qué, incluso, la autoridad romana le reconocía tal título al clavar sobre su cabeza ese letrero?... Y cada uno de ellos interpretaba los signos de la gracia divina según su conveniencia o necesidad...

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23, 34).

¿¡Qué!? Cosa insólita e impensable el que un criminar, condenado a la muerte más horrorosa y humillante, pudiera decir tales palabras. No, éste no puede ser un hombre cualquiera. En él hay algo distinto y... hay que
averiguar que es; o mejor, ¿por qué no aprovecharse de la situación desesperante?...

¿«No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»

“Y junto a la cruz de Jesús estaba su madre... Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» (Juan 19, 25-27).

Su madre... Mi madre... Cuánto sufrimiento y dolor le he causado. En cambio él... No. Ése no puede ser un hombre cualquiera; él es más que un hombre, porque nadie que esté en la misma situación que él perdonaría a sus verdugos como él lo hizo. Máxime si se reconoce inocente...

«¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho.»

Y ahora, ¿qué hacer? ¿Reconocer su realeza en público, ante la mirada de esa chusma y gentuza cegada por el odio a su persona? ¿Me perdonará como los perdonó a ellos? ¿Eres realmente el Mesías, el Rey y Señor de Israel? ¿Dónde está tu Reino?...

«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.» Jesús le dijo: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.»”

¡Verdaderamente eres Rey y Salvador! Te veo en tu Trono y veo cómo reinas. Sí, gracias Señor, porque eres infinitamente bueno y te reconozco, a pesar de que la situación actual nos diga lo contrario. Te ofrezco estos tormentos por mis muchos pecados y me uno a Ti como testimonio de tu bondad...


Si has entendido todo este drama por el que el “buen ladrón” atravesó para poder llegar a donde llegó y reconocer a aquél que estaba en su misma situación, podrás entender, de modo claro, el por qué no fue necesario que el ladrón arrepentido tuviera que ir al Purgatorio. El hecho de confesar a Jesús públicamente como Rey y Señor, y el aceptar sumiso a la divina Voluntad su situación, fue para él un acto de caridad tal que le purificó y le preparó para entrar con Jesucristo a la Gloria y Santidad del Padre.


K. Resumen

1. El Purgatorio, aunque su nombre no aparezca en la Biblia (como el de otras muchas doctrinas: Santísima Trinidad, el Espíritu Santo como Persona y como Dios, Pecado Original, hipóstasis -o sea, la unión de la Persona divina en una naturaleza humana-,...) por lo que ha llevado a los protestantes a negarla, su doctrina o enseñanza, como hemos visto, se ve reflejada claramente en varios pasajes de la Escritura.

2. La doctrina del Purgatorio es una verdad de fe (dogma de fe) fuertemente sólida en la enseñanza de la Iglesia, por lo que, el católico que ose negarla incurre en herejía y se expone -si no lo está ya- a quedarse fuera de la Iglesia y a perder la salvación eterna.

Ello porque quien niega una verdad de fe, niega la infalibilidad del Magisterio de la Iglesia y, por ello e indirectamente, niega todas las demás verdades aunque las admita como tales, pues ¿cómo puede asegurar que tal doctrina es verdad si al negar una o más destruye el fundamento sobre el cual se ampara las que considera verdaderas? Si el Purgatorio es dogma de fe, es porque el Magisterio de la Iglesia al interpretar en las dos fuentes de la Divina Revelación (Biblia y Tradición) encontró que tal doctrina fue revelada por Dios, por lo que hay obligación (para los católicos) de creer, vivir, propagar y defender tal verdad. Sin esta seguridad que nos proporciona el Magisterio infalible de la Iglesia, no existiría modo alguno de saber, conocer y adquirir la verdad total, aunque los protestantes digan y aseguren que sí es posible por sólo la Biblia. (El hecho de que el protestantismo está dividido en miles de iglesias, congregaciones y sectas destruye tal doctrina de sola Escritura. En el protestantismo no es posible hallar la plenitud de la verdad).

3. Una de las doctrinas más comunes entre algunas iglesias y sectas protestantes es que el alma, en la muerte, queda como dormida y no se da cuenta de sí misma hasta que sea despertada en el Día de la resurrección de los muertos que ocurrirá con el advenimiento glorioso de Cristo. Pero ¿qué dice la Biblia? Jesús enfatiza que Dios no es Dios de muertos sino de vivos, luego el sueño o la inconsciencia del alma con la muerte no puede ser obra de Dios.

Jesús, en la parábola del rico y Lázaro, nos deja ver cual es su posición con lo que le acontece al alma inmediatamente después de la muerte. Lázaro muere e inmediatamente es llevado al seno de Abrahán, mientras que el rico es precipitado al infierno o lugar de tormentos. La doctrina de Cristo se hace bien clara y patente cuando pone en boca del rico la petición de que se envíe un muerto resucitado a sus hermanos, aún con vida en la tierra, para que sean advertidos y no vengan a parar a dicho lugar.

Esta doctrina de Jesucristo queda confirmada por el Espíritu Santo cuando, por boca de San Pablo, nos asegura que Dios llevará a los que han muerto con Cristo al encuentro con él en el cielo (1 Tesalonicenses 4, 13-18); y más patente todavía cuando nos asegura que el partir, con la muerte, de esta vida y estar con Cristo es muchísimo mejor (Filipenses 1, 22-24). Por eso los santos, como San Pablo, añoraban y deseaban el día en el que iban a salir de este mundo, no para quedarse en el sepulcro, sino para estar con el Señor (2 Corintios 5, 6-9) y con él disfrutar de las delicias y el gozo eterno (Apocalipsis 7, 9-17). Por eso, para ellos, y para los que aún estamos en ruta hacia la Patria celestial, la muerte es una ganancia (Filipenses 1, 21).

4. Ahora bien, esta verdad tan consoladora conlleva, de nuestra parte, una gran responsabilidad, y es el de presentarnos ante el Juicio de Dios debidamente preparados con buenas obras (2 Corintios 5, 10); obras que tienen que estar fundamentadas en el amor a Dios y al prójimo. Por eso, la balanza en la que seremos pesados (todos nuestros actos, pensamientos y deseos) será en la balanza de la caridad (ver: 1 Corintios 13).

5. También se nos exigirá un grado de santidad y pureza tal, sin el cual no será posible estar ni contemplar la Santidad y la Pureza de Dios.

Es por eso la importancia de las buenas obras fundamentadas en la caridad; las indulgencias que, por gracia y sabiduría de Dios, nos concede la Iglesia; la oración, el ayuno, la mortificación y la penitencia para, como San Pablo, unirnos a los padecimientos de Cristo (Colosenses 1, 24); y así, al someter la carne por medio del sufrimiento voluntario, no quedar descalificados (1 Corintios 9, 24-27).

Muchos católicos niegan el valor purificador del sufrimiento aceptado voluntariamente pero muy recomendado por la Iglesia (C.I.C. 2015). Y es que si ofendimos a Dios por el placer desordenado de la carne, es justo que dicho desorden sea purificado por medio del sufrimiento infligido a la carne, o, en su defecto, por el sufrimiento de la pena de sentido en la otra vida, y la pena de daño (es decir, por la ausencia de la visión beatífica) por la falta de caridad.

6. Como dije en el artículo 1, aunque el término Purgatorio no está en la Biblia, sí podemos hallar huellas bien claras de su realidad como en la parábola que nos habla de una cárcel de la cual no se podrá salir de ahí hasta que se haya pagado la totalidad de la deuda. Recuérdese que las parábolas son enseñanzas del Reino de Dios para la vida cristiana y nuestra salvación, no de cosas u oficios de este mundo aunque para ello Cristo utilice ejemplos del diario vivir.

7. Otras de las razones bíblicas para creer en la existencia del Purgatorio es cuando San Juan nos aconseja la oración por aquellos que han cometido pecados que no son de muerte (veniales), pero que nos abstengamos de orar por quienes han cometido pecados de muerte (mortales).

Luego, la diferencia de pecados entre mortales y veniales, como lo enseña la Iglesia y que los protestantes rechazan, está respaldado por la misma Escritura. Máxime cuando San Juan enfatiza que “toda maldad es pecado, pero hay pecado que NO lleva a la muerte” 1 Juan 5, 17

8. Luego, quien muera en pecado venial (se entiende en ausencia de pecado mortal) no será condenado, pero tampoco podrá entrar a la Patria del Cielo; luego, tiene que existir, por infinita misericordia de Dios, un estado que permita a dicha persona purificarse de tales faltas leves y actos de caridad imperfectos.

Es por eso que la Iglesia fundada por Jesucristo, desde sus orígenes, ha ofrecido el Sacrificio Eucarístico y oraciones por los fieles difuntos (no por los muertos). Para ello (y como muy posiblemente San Juan para desarrollar su doctrina del pecado de muerte y del que no lleva a la muerte) se ha basado en el ejemplo de Judas Macabeo quien manda una ofrenda al Templo para que se ofrezca un sacrificio de expiación por los pecados de los caídos.

9. Ante esta realidad y para no arriesgar la salvación debemos tener muy en cuenta sobre quién estamos construyendo y cómo estamos realizando nuestra vida de cristianos, no sea, que creyendo que estamos construyendo con materiales nobles (amor, caridad, perdón, paciencia, entrega, sacrificio, oración, práctica de los sacramentos...), estemos construyendo con materiales de muy poco valor por los que tengamos que pagar las terribles consecuencias; y ¡cuidado!, no sea que nos quedemos fuera.

10. Es por eso que debemos ser como el ladrón arrepentido que, reconociendo a Jesucristo aun en medio del ambiente reinante por el que se oscurecía toda esperanza, supo confiar y abrirse a la gracia y ver más allá del egoísmo y la soberbia humana la luz de la divinidad que se derramaba para aquellos que quisieran verla.

¿Estaremos nosotros dispuestos y capacitados para ver esa luz divina que, aun en medio de las tinieblas de este mundo, se deja ver para aquellos que quieran verla y acogerla?

ORACIÓN DEL ENFERMO
Jesús mío misericordioso, tú que manifestaste tu bondad y compasión para con los más desdichados en el cuerpo y en el alma, acudo a ti en este momento de enfermedad para que, si es tu voluntad, alcance la sanación del cuerpo y sea testimonio de tu poder en medio de tu Pueblo, la Iglesia.

También, mientras llega la salud, dame paciencia y fortaleza para llevarla con gusto y alegría uniéndome a tu pasión en reparación de mis pecados, las almas del Purgatorio y los del mundo entero.

Pero si esta enfermedad ha de ser el medio por el que he de llegar a la casa del Padre, dame la gracia de aceptar con alegría, gozo y paz esta dicha de poder estar contigo en el Reino de la Bienaventuranza que nunca tendrá fin. Amén.



Otras referencias (invito a que saques tiempo y veas los contenidos y luego decides por donde empezar. Aprenderás mucho sobre el Purgatorio)


*Temas varios sobre el Purgatorio y otros temas de escatologia y los novisimos:






Sobre las almas del Purgatorio. Muy interesante:




Testimonio de quienes han estado en el Purgatorio:





EL PURGATORIO. VÍDEOS Y AUDIO:




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FORMACIÓN CATÓLICA

Formación católica (enlaces). Información y formación para el católico de hoy (tratados, vídeos, blogs y páginas web, otros) sobre Dios, Jesucristo, Iglesia, Divina Revelación (Biblia y Tradición), Dogmas de fe, protestantismo y ateísmo, leyendas negras contra la Iglesia y las contribuciones de la Iglesia a la Humanidad...

1. Oasis de Salvación y verdad (página principal)


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