"Uno de los casos más atestiguados y estudiados entre las sesenta y seis curaciones reconocidas por los médicos como «totalmente inexplicables desde el punto de vista científico», y en consecuencia declaradas por los obispos como «milagrosas», se refiere precisamente a un ejemplo de estas características. Nos referimos, evidentemente (la historia es bien conocida para quien esté mínimamente familiarizado con estos temas), a Peter van Rudder, un jardinero de Jabbecke, en la región belga de Flandes. El 16 de febrero de 1867, aquel hombre se rompió la pierna por debajo de la rodilla tras haberse caído de un árbol. Los médicos apreciaron la completa fractura de los dos huesos, la tibia y el peroné. Los muñones quedaron separados por un agujero de unos tres centímetros, «por el que pasaba fácilmente una mano», según la expresión empleada por un cirujano. Así pues, se produjo una pérdida definitiva de seis centímetros de materia ósea. Las fracturas de los huesos atravesaban la piel del jardinero, provocándole no sólo terribles sufrimientos sino también una horrible llaga purulenta.
El calvario de aquel hombre duró más de ocho años, durante los cuales las visitas y curas, por lo demás inútiles, dieron lugar a un impresionante archivo de documentos de gran valor para el subsiguiente proceso. Entre los médicos que visitaron a aquel desgraciado (y que después aportarían su testimonio) estaba también el prestigioso profesor Thiriart, cirujano de la Casa Real de Bélgica, que insistiría en la propuesta de otros colegas suyos de amputar el miembro. Una mutilación que Van Rudder rechazó siempre con toda firmeza, pues su ya existente devoción a la Virgen se vería posteriormente reforzada cuando a su pueblo comenzaron a llegar noticias de los hechos sucedidos en Lourdes. A los médicos, familiares y amigos que le insistían para que se operara, oponía su fe inquebrantable, que tarde o temprano le llevaría a pensar que la Inmaculada de acuerdo con la solemne declaración del obispo deTarbes, después de cuatro años de investigaciones se había aparecido realmente a la pequeña Bernadette.
El 7 de abril de 1875, Van Rudder, ayudado por su mujer, con heroicos esfuerzos y en medio de angustiosos dolores, primero en tren y luego en un coche de caballos, consiguió llegar al pueblo de Oostaker, situado en Flandes. Allí, desde hacía no mucho tiempo, se había construido una reproducción de la gruta de los Pirineos dando lugar a una serie de peregrinaciones a nivel local.
Cedamos la palabra a la relación oficial de los hechos: «Cuando llegó ante la estatua de la Virgen, el hombre imploró el perdón de sus pecados y la gracia de poder volver a su trabajo para mantener a su numerosa familia. De repente, sintió que corría por su cuerpo lo que definió como "una especie de convulsión". Sin darse cuenta aún de lo sucedido, dejó caer las muletas, echó a correr y se postró de..rodillas [algo, por otra parte, que le resultaba imposible desde hacía ocho años] ante la imagen de la Inmaculada. Tan sólo al oír los gritos de su mujer, se dio cuenta de que se había curado de manera total e inmediata.»
Dice así el primero de los informes, escrito pocas horas después por dos médicos de cabecera, que seguían desde hace años el caso: «La pierna y el pie, bastante hinchados, han vuelto a adquirir repentinamente su volumen normal, encogiéndose tanto que el algodón y las vendas se han caído solos. Las dos llagas gangrenadas aparecen cicatrizadas. Pero lo más llamativo es que la tibia y el peroné fracturados se han vuelto a unir, a pesar de la distancia existente entre ambos. La soldadura de los huesos es completa, de tal modo que las piernas tienen otra vez la misma longitud.» El vizconde Alberich du Bus, miembro destacado de la Gran Logia masónica de Bélgica, senador por el partido anticlerical y del que Van Rudder era empleado, se convirtió al catolicismo, al ver que su jardinero regresaba de la peregrinación repentinamente curado.
Así pues, tenemos otros seis centímetros de hueso surgidos de la nada; o mejor dicho, del Misterio. Ante aquella reproducción de la gruta de Massabiehe hubo sin duda una especie de creación ex nihilo de la materia, como testimonia asimismo la documentación fotográfica que se expone todavía en la oficina médica de Lourdes.
Sucedió así para que ni siquiera pudiera caber la posibilidad de alegar como causa del suceso (que sería de risa ante un caso semejante) el ambiente de nerviosismo, de entusiasmo «histérico» denunciado por el racionalismo del siglo XIX en las peregrinaciones, pero lo cierto es que el jardinero no se vio atrapado en mitad de una multitud de peregrinos, pues se encontraba a solas con su mujer y no precisamente en Lourdes, sino en una «réplica» aproximada de aquel lugar, situada a centenares de kilómetros de los Pirineos.
Durante los veintitrés años que todavía vivió, gozando de plena salud y volviendo a su trabajo habitual, antes de que una pulmonía le llevara a la muerte, Van Rudder fue examinado por los médicos que, por unanimidad, se reafirmaron en lo inexplicable (mejor dicho, en lo «imposible») del caso.
En 1898, a la muerte del jardinero, que tenía entonces setenta y cinco años, su cuerpo sería examinado por un equipo médico. Este es el testimonio de Georges Bertrin, el especialista que ha estudiado la totalidad de los casos de Lourdes: «Las fotografías, obtenidas durante la autopsia, de los huesos de las piernas, una vez separados de la carne, demuestran claramente que la pierna izquierda tiene idéntica longitud que la derecha. Pero, al mismo tiempo, en la pierna izquierda han quedado huellas evidentes de la doble fractura. Es como si un Cirujano Invisible hubiera querido dejar la señal de su operación.»
___________________
Oasis de Salvación y verdad, toca aquí para: Información y formación para el católico de hoy (tratados, vídeos, blogs y páginas web, otros) sobre Dios, Jesucristo, Iglesia, Divina Revelación (Biblia y Tradición), Dogmas de fe, protestantismo y ateísmo, leyendas negras contra la Iglesia y las contribuciones de la Iglesia a la Humanidad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario